viernes, 2 de julio de 2010


A veces hay que perder la esperanza, perder la ilusión, para que nazcan cosas nuevas. Y parece que fuera el fin de todo y en realidad puede ser el comienzo de algo mejor. De lo que se trata es de perder el miedo a perder, porque a veces perder es la única manera de ganar.
Un iluso es alguien que se cree cualquier cosa ¿o no? La ilusión es una burbuja. Hay que romper esa burbuja.
 Nosotros estamos en una película de héroes, romántica, defendiendo a sus amigos, a sus enamorados… fin de la ilusión, se terminó, esa no es la realidad, la realidad es muy distinta. Perdé la ilusión y vas a entender que estás luchando por todos, por salvar a todos, no solamente a algunos.
Cuando perdemos la ilusión y enfrentamos la realidad al menos somos más honestos, y tal vez quien sabe la realidad nos da una grata sorpresa. Pero lo que es seguro es que la ilusión nunca nos va a dar lo que promete. Nosotros lloramos, gritamos, pataleamos pero, despidamonos de ese mundo en el que vivíamos.
Soñar es querer cambiar una realidad, la ilusión es negar la realidad. La desilusión no es otra cosa que una bofetada que nos da la realidad, nos dice “eh, no sean tontos, las cosas son como son”.
La ilusión nos hace creer que se puede sacar agua de las piedras, pero la realidad es que si queremos agua tenemos que ir al arroyo, porque si hay algo que las piedras no tienen es agua.
Bueno, y una vez que hayamos perdido la ilusión, que nos hayamos despedido de ese mundo ideal, agarramos la realidad con las dos manos y decimos “bueno ¿y ahora que hay que hacer?”, y te puedo asegurar que hay mucho por hacer.
Ahí donde terminó la ilusión empieza la vida de verdad, y cuando ya estemos desilusionados soñamos en grande con el mundo que queremos y por el que vamos a luchar. Hay que perder la ilusión, porque ahí perder es ganar.

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